¿PARA QUÉ FUIMOS CREADOS?

Fuimos creados para una relación con Dios. Él es el Ser Perfecto. Dios desea que lo conozcamos, lo glorifiquemos y disfrutemos de Él para siempre. Nosotros rompimos esa relación y andamos sin rumbo, perdidos en este mundo. Pero Dios vino en la Persona de Cristo Jesús "a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lc. 19:10). Dios vino para reconciliarnos consigo mismo mediante la muerte de su Hijo Jesucristo (el Dios encarnado), nuestro representante humano perfecto, quien en la cruz sufrió el precio de nuestra rebelión contra Dios, su propósito y sus mandamientos. Todo ello, para restaurarnos y devolvernos a aquella relación para la que fuimos creados y para que disfrutemos de esa Vida, abundante y verdadera, en el Reino que Dios inauguró, que está extendiendo ahora y que instaurará plenamente en la tierra cuando venga en gloria por segunda vez. Entonces Cristo juzgará al mundo con justicia y la tierra renovada/recreada se convertirá en el Reino de Dios para siempre. Dios será el Rey, y los redimidos por Cristo, serán su pueblo amado. Nos maravillaremos de quién y de cómo es Él, viviremos glorificándolo y para glorificarlo, y disfrutaremos de Él para siempre.

Por ello, pasando el tiempo de nuestra ignorancia de esta Mayor y Más Importante Noticia de la Historia, ahora, Dios ordena que (1) todos nos arrepintamos de haber vivido lejos de Él, a nuestra manera, señoreando sobre nuestras vidas como si hubiéramos sido dioses y que en respuesta a esta Noticia reconozcamos y obedezcamos a Cristo como Señor único de nuestras vidas. Junto al arrepentimiento, Dios nos manda que (2) creamos/confiemos en lo más profundo de nuestro ser en Jesús como nuestro suficiente Salvador, quien (a) pagó toda la deuda que nosotros contrajimos con Dios, y que como confirmación de quién es Él y de lo que Él consiguió en la cruz, (b) Dios lo resucitó corporalmente de los muertos y se apareció a sus discípulos vivo en muchas ocasiones, tanto a grupos como a individuos, de lo cual ellos dieron testimonio.

Una vez nacimos de nuevo por la fe en Jesús y nos volvimos nuevas criaturas a las que les nace amar a Dios, al prójimo y a los hermanos en la fe, el plan de Dios es ir transformándonos por su Santo Espíritu en nosotros. Su plan es moldear nuestro carácter a la imagen del carácter de su perfecto Hijo Jesucristo y que todo lo que nos encontremos por el camino obre en última instancia a favor de este designio eterno de Dios en los que le aman (Ro. 8:28-29). Para ello, (a) Él empleará la Palabra que nos dejó mediante sus discípulos —el Nuevo Testamento— mediante la cual nos hablará y guiará amorosamente, (b) nos instruirá con ejemplos del Antiguo Testamento, (c) nos dará una iglesia o comunidad de creyentes (para crecer y para formarnos para servir a otros), (d) guiará nuestras oraciones por su Espíritu (en nosotros) de manera que veamos sus respuestas —todo esto para su gloria y para que lo conozcamos como un Dios vivo y un Padre providente y amoroso—. Además, Dios (e) utilizará las pruebas y el sufrimiento que Él permita que suceda en nuestras vidas y (f) nos mostrará que Él está con nosotros "todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28:20) estemos donde estemos y pasemos por lo que pasemos. Todo ello nos llevará a conocerlo y a cambiar para ser más como Él es. Finalmente, a unos (cf. 1 Ts. 4:13-16), nos resucitará corporalmente (Fil. 3:21); a otros (1 Ts. 4:17), nos transformará "en un abrir y cerrar de ojos" (1 Cor. 15:52). Los que decidan seguir siendo sus propios dioses, serán eternamente "excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder" (2 Ts. 1:9), mientras que los creyentes heredaremos la vida eterna e inmortalidad por medio del evangelio, alcanzando el propósito para el que fuimos creados.

Valerian Gamgebeli Doroshenko

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El artículo, asimismo, está disponible en inglés y en ruso.