top of page

¿TIENE LA VIDA UN PROPÓSITO OBJETIVO?

  • Foto del escritor: Valerian Gamgebeli
    Valerian Gamgebeli
  • 13 dic 2020
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 19 mar 2024

“¿Por qué no el suicidio?” Esta es “la pregunta fundamental de la filosofía” según el filósofo ateo existencialista Albert Camus(1). Y, en efecto, este es un problema filosófico verdaderamente serio porque si en verdad la vida no tuviera ningún significado último, sería totalmente absurda: todo sería vanidad, vacío, neblina y un correr tras el viento. Esto lo notaron claramente los filósofos existencialistas.


Todos sabemos que un día vamos a morir. Sabemos que es ineludible, a todos nos tocará. Como si eso fuera poco, la cosmología física predice que el universo también llegará un día a su fin. Los científicos hablan de una “muerte térmica del universo”, un Big Freeze, en el cual no habrá ni más luz, ni calor, ni energía, ni vida. La materia colapsará y las estrellas se consumirán. Las condiciones que permiten que haya vida en nuestro universo tienen fecha de caducidad. Todo se acabará.

Cuando consideramos seriamente las implicaciones existenciales de la muerte cósmica y de la muerte individual, no podemos menos que plantearnos urgentemente preguntas últimas tales como “¿para qué estoy aquí?”, “¿estamos aquí por algún propósito o misión?”, “¿qué o quién soy en última instancia?”, “¿cuánto vale mi vida?”, “¿azar o diseño?”, “¿acaba todo en la tumba o alguien me espera al otro lado?”


Cada cosmovisión responderá a estas preguntas de maneras distintas, pero, ¿cuál de ellas tiene razón? ¿Cuál podría ser el sentido objetivo de la vida?


Si el materialismo es cierto, entonces somos el resultado de un accidente cósmico súper-fortuito, nadie nos creó, nadie nos esperaba… Como consecuencia, no tenemos obligaciones morales objetivas, el mundo es un juego sin reglas, la vida humana no tiene ningún valor más allá de aquel que cada uno queramos darle, nunca rendiremos cuentas por nada de lo que hayamos hecho, dará igual qué clase de vida habíamos vivido, si la de Hitler o si la de Teresa de Calcuta, porque en definitiva todos nuestros esfuerzos, luchas diarias y todo nuestro sufrimiento en este planeta no tienen ningún significado último en absoluto. El universo es indiferente a nosotros, acabaremos en una tumba y todo lo que conocemos terminará. Sólo es una cuestión de tiempo. Como observó Jean-Paul Sartre, “algunas horas o algunos años no hacen diferencia alguna una vez que se ha perdido la eternidad”(2). Esta es, pues, la perspectiva esperanzadora y alentadora (nótese la ironía) con la que nos deja el materialismo: una vida sin significado, sin valor y sin propósito último.


Pero, ¿qué pasaría si el teísmo es verdad? ¿Cómo la existencia de Dios y de un más allá cambiaría la respuesta a la pregunta del significado último? – Las implicaciones serían enormes. Si el teísmo es verdad, venimos de Dios: Él es la fuente y la razón de nuestra existencia. Significa que somos de Dios: el universo y cada partícula que lo forma, le pertenecen. Significa que existimos para Dios: somos parte de Su plan, Él deseaba que llegáramos a existir y nuestras vidas tienen un propósito objetivo. Lo que llamamos “el bien” es el carácter eterno de Dios, centro y fuente de todos los valores y deberes morales objetivos que tenemos hacia a Él, hacia los demás, hacia el mundo y hacia nosotros mismos; lo que llamamos “el mal”, respectivamente, es cada decisión en la que violamos ese orden y propósito divinos. Bajo la perspectiva teísta, conocer a Dios y disfrutar de una relación con Él (de su amistad, de su presencia, de su amor eterno e incambiable) es el bien supremo(3). Dios es el Ser Perfecto, infinitamente sabio, absolutamente justo y todo-amoroso. Es de allí que sólo en Dios se encuentre la paz, el gozo y la verdadera satisfacción que los seres humanos buscamos en esta vida. Bajo esta misma perspectiva, la muerte no es el final, hay más…muchísimo más…


Quizá ahora te preguntes, pero ¿cómo puedo saber si esto es verdad? ¿Es que hay buenas razones para creer que el teísmo es cierto? Y si es así, ¿cuál de ellos? ¿Un teísmo donde hay un Dios Perfecto, pero que nunca se ha revelado a los seres humanos? ¿O quizá alguna de las religiones monoteístas?

Aunque se podría hablar de muchas evidencias que apuntan claramente a la existencia de Dios (como el ajuste fino del universo, el inicio del universo en el Big Bang, el origen de la consciencia, el origen de la vida, el origen de la moralidad objetiva, de milagros documentados, de casos de experiencias cercanas a la muerte documentadas, entre otras)(4), creo que el argumento a favor de la resurrección de Jesús de Nazaret, que está basado en evidencias históricas sólidas, podría responder a todas las preguntas del párrafo anterior a la vez.

Si la resurrección no ha ocurrido, el cristianismo se cae; si ha ocurrido, es la confirmación definitiva, no sólo de la identidad y del mensaje de Jesús, sino de la existencia misma de Dios (del Dios de Israel, Yahvéh). Como decía el apóstol Pablo, “si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe” (1 Cor. 15:14).


Resulta que hay un consenso prácticamente universal entre los investigadores especializados en el estudio del Jesús Histórico no sólo en que Jesús existió, sino en que además tuvo un grupo de seguidores, que llevó a cabo un ministerio de milagros y exorcismos, que fue acusado y juzgado por un cargo de blasfemia, que sufrió y fue condenado a muerte por Poncio Pilato, y que murió por crucifixión. Su muerte por crucifixión es un hecho histórico atestiguado por demasiadas fuentes de la antigüedad y por ello se hace innegable para cualquier historiador especializado en el Nuevo Testamento. Pero es que además hay más de una docena de hechos(5) relacionados con la resurrección de Jesús respaldados por múltiples fuentes independientes y establecidos como históricos por la mayoría de los investigadores críticos. Es muy difícil negar cada uno de ellos y lo increíble es que, en conjunto, forman una evidencia enorme a favor de la resurrección de Jesús. Veamos al menos cuatro de ellos(6):

  1. Después de su crucifixión, Jesús fue sepultado por José de Arimatea, miembro del Sanedrín judío.

  2. Tres días después de su sepultura, la tumba de Jesús fue hallada vacía por un grupo de sus seguidoras femeninas.

  3. Los discípulos de Jesús experimentaron apariciones de Jesús tras su muerte en la cruz. Estas apariciones sucedieron en multitud de ocasiones y en circunstancias diferentes. Se daban tanto a nivel grupal como a nivel individual.

  4. Los discípulos originales creyeron que Jesús había sido resucitado por Dios, y esto a pesar de tener toda predisposición en contra de ello.

Ha habido multitud de intentos de explicar estos hechos de manera separada. El hecho es que todas las hipótesis propuestas por los eruditos críticos desde hace más de doscientos años hasta nuestros días, han caído en descrédito y han sido rechazados por los expertos (aun siendo muchos de ellos escépticos)(7). Como si esto fuera poco, no existe ninguna explicación naturalista de estos hechos históricos considerados en conjunto. Así, si la existencia de Dios es siquiera posible, la mejor explicación de estos hechos es que el Dios de Israel ha resucitado a Jesús de Nazaret de la muerte(8).

El peso de esta evidencia histórica de la resurrección de Jesús está precisamente en sus implicaciones: Dios existe y la resurrección de Jesús es la vindicación por parte de Dios de las pretensiones radicales de divinidad que Jesús había hecho a lo largo de todo su ministerio, hasta el día en que fue juzgado por blasfemia (por su pretensión divina) y crucificado por los romanos. La resurrección es, pues, la prueba definitiva de la identidad divina de Jesús de Nazaret y la confirmación de la veracidad de sus enseñanzas. Dios se ha auto-revelado en la historia, ha venido a buscarnos y a salvarnos de nuestras vidas vanas alejadas de él y de su propósito. Por ende, para descubrir el sentido objetivo de la vida, necesitas conocer al que dijo: “Yo Soy el Camino y la Verdad y la Vida. Nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Sólo Él podría darte las respuestas verdaderas a las preguntas últimas.


Valerian Gamgebeli Doroshenko


El artículo, asimismo, está disponible en georgiano, ruso e inglés.



BIBLIOGRAFÍA:


(1) Albert Camus. El mito de Sísifo. Traducido por Luis Echávarri. Madrid: Alianza, 1985.

(2) Citado en: William Lane Craig. «The Absurdity of Life without God» en Reasonable Faith: Christian Truth and Apologetics, 71. Wheaton, Illinois: Crossway Books, 2008.

(3) Asamblea de Westminster. Catecismo menor de Westminster. P.1. 1647.

(5) Gary R. Habermas and Michael R. Licona, The Case for the Resurrection of Jesus (Grand Rapids, MI: Kregel, 2004.

(7) Reasonable Faith: Christian Truth and Apologetics. Chapter 8. Wheaton, Illinois: Crossway Books, 2008; https://www.youtube.com/watch?v=6SbJ4p6WiZE





 
 
 

Comentarios


©2020-2025 por VALERIAN GAMGEBELI.

Creada con Wix.com

bottom of page